lunes, 24 de noviembre de 2008

vicios oscuros



Lo huelo una y otra vez antes de llegar a mi sitio, justo después de prepararlo. Caliente. Con dos pepitas de azúcar falsa en mi vaso de poliestireno expandible (reciclado, por supuesto). Ya no lo tomo con leche porque recientemente mi cuerpo se reveló contra la lactosa.

Y así volví a ser bebedor de café. "Mi nombre es Diego y soy adicto al café" ¡Hola Diego!, sería la sesión de rehabilitación contra este delicioso y oscuro vicio.

Ya no me asusta enfermarme de los nervios.

Me encanta el expresso doble.

Otra vez mi pila huele a café.

1 comentario:

astrid dijo...

ahi mi gordito, tu y el vicio del cafe, con razon ya se xq no duermes temprano jaja.....y yo q pensaba q pensabas en mi...total era x tu vicio ahi dios!.....pero se q en tu corazoncito siempre me llevas presente....te amoooo!